Magnifica Bogotá... hermosa ciudad, viaje complicado.
- Hector 
- 28 nov 2019
- 9 Min. de lectura

Todo empieza con una oferta de viaje increíble encontrada en internet… hace 3 meses… y un: ¡chingue su madre, vámonos!
Quedan las fechas establecidas, y todo listo, uno empieza a prepararse y hacer sus maletas desde 1-2 días antes y descubre, 2 días antes de partir que el país estará en un Paro Nacional, justo el día que tu llegas… ¿Qué hacer? Cabe recalcar que viví 24 años de mi vida en la CDMX, así que las manifestaciones de este tipo ya son costumbre, así que de nuevo el mismo: ¡chingue su madre, vámonos!
Y ahí vamos, al país del café y la coca, de la rumba y la gente tan agradable con el mejor acento en español que existe, de las arepas y el ajiaco, de las montañas y las playas.
Al llegar al aeropuerto te reciben con una sonrisa y una alerta de parte del agente de migración acerca del paro, pero tranquilizándote, al salir por un taxi el primer problema: no había… los accesos al aeropuerto estaban complicados y no estaban llegando los Uber y los Taxis regularmente, hasta eso, después de 15 minutos (nada mortal) conseguimos uno que accedió llevarnos al centro por la módica cantidad de 35,000 pesos colombianos (no se asusten, son 10 dólares americanos).
Salimos y lo primero que notas es el helicóptero dando vueltas y los antimotines (o ESMAD como se llaman allá) listos para entrar en acción, pero muy tranquilos, y todas las manifestaciones tranquilas, y la gente pacifica, así que respiras y mejor te concentras en la ciudad y la figura imponente del Cerro de Monserrate, rodeada de una bruma mística que por el momento me impide ver el Santuario que esta en su cima.

Absorbes una ciudad muy parecida a la Ciudad de México, bastante mas limpia… y llegas al hotel BH Bicentenario, que en este caso se ubicaba a solo 5 cuadras de Plaza Bolívar (el “Zócalo” o Plaza Central de Bogotá). Bonito hotel, simple, con todos los servicios, una ubicación idónea y una vista a Monserrate insuperable. Nos registramos y nos fuimos a comer.
Al salir nos dimos cuenta que aquí ya había bastante movimiento de la gente manifestándose en contra del gobierno de Duque por un paquete de medidas que afectaba entre otros sectores: las pensiones y la educación. Nos recomendaron 2 lugares justo frente al hotel, uno estaba cerrado por dichos eventos y el otro si estaba abierto, entramos pues a Sanalejo por comida tradicional colombiana, la cual consistió para empezar en una cerveza Club Colombia roja, seguidos por ajiaco, patacones con hogao, chicharrones (similares a los torreznos españoles o al castacán mexicano) y arepas.
Al finalizar decidimos ir a tomar café al ya tan famoso Juan Valdez, pero al que estaba camino a Plaza Bolívar… caminamos unas 4 cuadras, solo para darnos cuenta que las cosas se estaban poniendo pesadas y decidimos regresar al hotel y encerrarnos, ya que vándalos se habían colado a la marcha y la policía estaba reaccionando.

Este día ya no pudimos salir del hotel, perdimos nuestra reserva en Leo y cenamos algo ahí, nos tomamos unos vinos y, tal cual cinema, observamos desde las ventanas los desmanes que se hacían. Ya por ahí de las 10-11 pudimos salir solo para acompañar a nuestro amigo a su hotel (a dos cuadras) y admirar con tristeza lo que habían hecho (pintar, romper vidrios, arrancar los adoquines del piso para aventar a los policías, quemar los basureros y demás desmanes. Cabe recalcar que fueron la minoría y en general la gente solo corrió y se fue. La gente del hotel siempre estuvo pendiente de nosotros y nunca temimos por nuestra seguridad.
Al otro día, después de informarnos que las cosas iban a estar más tranquilas, decidimos subir temprano al Santuario de Monserrate y luego ir a la Catedral del Sal en Zipaquirá para terminar el día en el Andrés Carne de Res de Chía. Todas alcaldías en las afueras de Bogotá, aproximadamente a 50km de la capital.
Nos fuimos caminando al funicular a Monserrate (unos 2-3km), llegamos como a las 9:30 y subimos, que fue lo mejor porque aun había poca gente (mas tarde la cola era bastante mas larga).
Monserrate es impresionante desde que lo ves, la subida en funicular es rápida, eficiente y la verdad una experiencia por si sola.
Llegas arriba al Santuario (a 3200 mts de altura sobre el nivel del mar) y lo primero que tienes que admirar es la vista magnifica de todo Bogotá, realmente ves todo. Sigues caminando, admirando la vegetación, las flores, y llegas al Santuario, un lugar maravilloso, con mucha mística. Entras, lo recorres, un lugar poco suntuoso, pero con mucha magia, sales y vuelves a admirar la vista, realmente es maravillosa. Caminas un poco más y llegas a un mercado de artesanía, donde compramos té de coca (y nos tomamos uno para el frio), dulces típicos, y un par de artesanías y recuerdos. Vámonos para abajo de nuevo.
Bajamos y esperamos como 15 minutos al taxista que ya habíamos apalabrado desde el día anterior (un tipo muy agradable, llamado Gustavo, si van les doy su teléfono). Camino a Zipaquirá cruzamos los barrios de clase media alta y alta, hasta llegar a la salida.
Escogimos irnos por un camino secundario al principio para evitar el trafico (o trancón como le llaman allá) y unirnos a la autopista mas adelante. Fuera de que si había trafico fue un camino muy sencillo y agradable de ver, muy verde, muchas vaquitas, muchos restaurantes campestres, muy similar a la Marquesa (cuando sales de la CDMX hacia Toluca).
Llegamos como a las 2pm a Zipaquirá y llegamos directo a comer: sopa de ajiaco, arroz con patacones, frijoles y una carne cocinada a baja temperatura similar a la arrachera, pero con un toque de especias colombianas. Caminamos un poco por el pueblo (que en otras circunstancias merecería quedarse una noche al menos) y nos fuimos a la Catedral de Sal.
La Catedral de Sal es un lugar, una iglesia que fue hecha dentro de una vieja mina de sal, con esculturas hechas a base de la misma sal que narran el vía crucis, mientras vas descendiendo hasta la catedral. Esto fue nombrado como la primera maravilla de Colombia en una votación popular. Las fotos hablan por si mismas, solo cabe recalcar que es una experiencia magnifica, que la tienen impecable y que inclusive ya añaden, sin ningún costo extra, experiencias de realidad virtual. Vale la pena ir.
Una vez terminado el recorrido (aproximadamente 2 horas) subimos con nuestro Uber, Gustavo, el cual nos recibió como siempre con una sonrisa, pero con una mala noticia: el paro nacional seguía, las cosas se habían salido de control y había toque de queda en Bogotá. Lo que nos hizo tomar la decisión de saltarnos el Andrés Carne de Res (que fue la mejor decisión ya que 30 minutos después se decreto toque de queda en Chía también) y regresar a Bogotá, ya que solo teníamos 3 horas para regresar.
Emprendimos el camino de regreso, solo para encontrarnos que había un trafico imposible, en el radio escuchábamos las noticias, y empezaba el nerviosismo. Después de 2 horas de camino y de un manejo que por menos vamos a catalogar de excepcional, llegamos al ultimo bloqueo, en la Autopista Norte, bloqueo que estaba a 100 metros de nosotros, pero que ya se notaba violento. Gente encapuchada, quema de cosas, gente golpeando ollas (estos eran los pacíficos) y una multitud de alrededor de 600 personas. Poco a poco fuimos avanzando, cerraron 5 de 6 carriles y dejaron solo uno para avanzar, y aun así, solo dejaban pasar poco a poco a un solo coche. La hora seguía su curso, ya eran las 8:30PM y nosotros aún no pasábamos, el nerviosismo era que a las 9 que empezaba el toque de queda, bajara la policía y se armará la de Dios… 8:45 y solo nos quedaban 3 coches por pasar… guarden celulares, escondan bolsas, no volteen a ver a los encapuchados, y toca el claxon en “apoyo” para que te dejen pasar… 8:55 por fin pasamos…
No hubo radar de velocidad que importará, ni bache que impidiera ir a alta velocidad para tratar de llegar a tiempo (aunque a favor del gobierno había dado salvoconducto a gente que viniera de fuera, turistas que viajaban y gente que tuviera que trabajar a esa hora). 9:08 llegamos al hotel. Todo bien y Gustavo llego a casa de unos familiares también… todos sanos y salvos.
Aquí si cabe mencionar que el 90% de la gente era pacifica y solo salía al “Cacerolazo” es decir a golpear su olla para hacer ruido y caminar en las calles en señal de descontento, pero como todo, siempre hay un porcentaje de la gente que se mete a vandalizar y a romper todo, y cuando hay multitud no se sabe.
Noticias, cena rápida en el hotel, dormimos y decidimos ver al otro día que se podía hacer.
Las mañanas eran mas tranquilas, así que por ahí de las 9, salimos a caminar por el centro, Plaza Bolívar y alrededores (dio mucha pena ver todo tan pintado). Admiramos lo bella que es esta ciudad, las bonitas construcciones, sus calles de adoquines, sus balcones de madera, sus iglesias, sus museos… todo cerrado por el Paro Nacional. Algunos si abrieron y entramos a conocer, algunos comerciantes si salieron, y pues compramos un par de cosas y pues, las famosas Hormigas Culonas también, las cuales tuve que probar, y saben realmente bien. La gente como en todo Bogotá, siempre amable, no importaba si eran manifestantes o policías, o militares, todos te saludaban y si preguntabas te contestaban y te ayudaban, siempre con una sonrisa.
Seguimos caminando por la Carrera 7, que se me hizo similar a Francisco I Madero en el centro de México, esta avenida conforme te vas alejando se va desmejorando mucho y considerando que fue ruta de gran parte de los manifestantes, estaba un poco deshecha. Llegamos hasta la Plaza de Toros y a la zona aledaña que esta ya es mucho mas bonita, un poco mas nueva, pero con dejo de ciudad vieja, mucho ladrillo rojo, esta parte me gusto mas que la zona de Carrera 7.
Entramos al Museo Nacional y dimos una vuelta muy rápida ya que teníamos una reserva en Leo… uno de los restaurantes mas espectaculares de Bogotá.
Leo es el numero 8 en la lista de los 50 mejores restaurantes de Latinoamérica, no me voy a explayar mucho en este, ya que pueden leer mi entrada en especifico de este lugar dándole clic aquí. Solo cabe recalcar que es una experiencia magnifica, un menú de degustación de 14 tiempos (solo tienen menú de degustación, no existe una carta como tal) maridados con una mezcla de jugos, aguas, infusiones, fermentados, licores y vinos que fue magnifica. Todo son ingredientes regionales, ingredientes que jamás pensé que existieran y que seguro nunca hubiera probado de no ser por este lugar. Es una experiencia de aproximadamente 2 horas y media.
Estando aquí sentados, empezamos a oír de nuevo el ya tan famoso Cacerolazo, y gritos de gente y chiflidos, y en general jaleo… acto seguido, una detonación y gente corriendo (señal de que estaban ya tirando gas lacrimógeno).

Dimos tiempo suficiente, salimos después de revisar noticias y empezamos a caminar, justo para llegar a donde estaban manifestándose sobre Carrera 7, nos metimos por calles secundarias y seguimos caminando hasta llegar a Carrera 19, lugar donde todos los manifestantes estaba subiendo para llegar a Plaza Bolívar… no había de otra, había que cruzar si queríamos llegar a nuestro hotel… analizamos todo y nos dimos cuenta que la gente iba muy tranquila y entre ellos mismos se gritaban que sin violencia, así que cruzamos sin mayor problema y llegamos al hotel.
Aquí había que tomar una decisión, ya que teníamos 2 reservas, una en El Chato y otra muy importante: nuestro vuelo de regreso a las 2:50am (error de dedo para reservarlo, ya ni me digan nada, pensamos que eran 2:50PM del domingo).
Subimos al cuarto, hicimos maletas y empezamos a oír mas jaleo, llego policía, se pararon motos, y empezaron como a prepararse los antimotines por cualquier cosa, las noticias no decían mucho, pero nosotros lo habíamos visto, así que a riesgo de que cerraran todo antes, le hablamos a nuestro Uber de confianza: Gustavo el Salvador, y fue por nosotros, 45 minutos después nos aviso que ya no había acceso al centro, pero que el estaba a 4 cuadras, caminamos solo para darnos cuenta que estaba justo detrás de donde había al menos 1000 manifestantes, aceleramos el paso, cruzamos a algunos manifestantes y de repente PUM, gas lacrimógeno… sube rápido al coche, da vuelta, sentido contrario y vámonos…

Llegamos cerca del restaurante en un barrio llamado el Chapinero, un barrio de bares y restaurantes, de estudiantes, algo hípster, pero bastante agradable… pero o sorpresa… a 5 cuadras en el Parque de los Hippies también se escuchaban manifestantes… y el helicóptero, el maldito helicóptero que nos siguió todos los días, sobrevolando.
Entramos a una cervecería para hacer tiempo (nuestra reserva era hasta las 7:30) y ahí nos informaron que eran estudiantes en su gran mayoría y que estaban muy tranquilos, así que nos relajamos, pusieron las noticias en la tele y nos sentamos con una cerveza y agua de panela con limón (la panela aquí es un tipo de azúcar, como el piloncillo).
A las 7:10 caminamos a El Chato, y nos recibieron muy bien. Lugar sobrio, mucho más relajado que Leo, aunque este es el numero 7 de la lista de los 50 mejores de Latinoamérica. Tampoco me voy a explayar porque si quieren saber en especifico de este lugar pueden leer mi entrada de este lugar dándole clic aquí.
Menú a la carta, sencillo, corto, pero muy interesante; cervezas artesanales, una buena carta de vinos y una atmósfera muy agradable, hicieron de este lugar una experiencia magnifica, con muy buenos sabores.
Entradas las 10pm en las noticias, que seguíamos compulsivamente en el celular, empezamos a ver que estaban incrementando los bloqueos y las manifestaciones, así que una vez mas, un mensaje a Gustavo nuestro taxista de cabecera y nos llevo al aeropuerto, sin mayor complicación.
Llegamos, ya habíamos hecho check in por internet (se los recomiendo porque se arman filas muy largas) y entramos a la sala directo, compramos los últimos souvenirs, algo de café, gastar los últimos pesos colombianos y a esperar el vuelo.
RESUMEN: una hermosa ciudad, y un bello pais (al menos lo que yo pude conocer) un viaje muy accidentado, me quede con muchisimas ganas de conocer más, pero las movilizaciones ciudadanas no me dejaron... seguiré cazando viajes para regresar y poder terminar mi visita en mejores términos.
¡Gracias por leerme!
Hector































































































































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